No tuvo nada que decir al respecto, sólo guardo silencio unos momentos y luego como si tratara de dibujar las estelas que creía que el tiempo hacía de su vida, se llevó la mano al rostro para limpiar el sudor frío que ahora cubría su frente. Aquel sentimiento de desdicha y decepción apareció como un extraño que poco nos recuerda algo o alguien, como si de vidas pasadas de tratase. Sin embargo, sabía perfectamente que conocía ese sentimiento de abandono.
Injustamente sentía que era algo desconocido, algo nuevo. Mentira... tan familiar como lejano, tan triste como enfermo. Nada era diferente pensó, nada había cambiado; como si cayera una vez más en ese estado de desilusión trató de recomponer inútilmente la fantasía que hacía de aquel mural, que casi nadie contemplaba con la misma placidez que él consideraba merecía. No tenía mucho caso, y unos momentos lo entendió, luego, simplemente decidió dejarlo como un legado que sabía a nadie interesaría, en fin se decía, nada es diferente, más que la condición que ahora lo absorbe con tenues caprichos de la vida, con aquellos sentimientos que una vez más lo dejaban subordinado a la incomprensión de sus sentimientos, nada podía hacer, simplemente no podía dominarlos.
Alan Márquez Lobato
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