lunes, 28 de marzo de 2011

Gritar sus nombres

Si pudiera dar mis ojos que arden, que se pierden en los laberintos que van sofocando mi respiración, y ahí expandirse en algo que las salve de la miseria de las palabras y las traiciones, y de todo aquel mundo corrupto, arrepentido entre los escombros de plegarias inertes.

Si pudiera dejar de oír como late el corazón, arrepentido de la burla que hace de la vida, y de los detalles más grandes que hacen diferente nuestra condición y si escucharás mis oraciones me dirías como van quedando los miedos enclaustrados en la memoria de toda idea que se digne ser vivida y contemplada dentro de los oscuros lamentos que entretejen la paciencia.

La espera larga e interminable que supone la fuerza de una voz que se va extinguiendo.

Si pudiera desencadenar los guardianes celestes que impiden las tragedias y salvarán este limbo de vidas que sólo transgreden la pureza. Si pudiera absolverme en los cielos y gritar sus nombres y me permitieras guardar sus vidas, aún cuando me dejarás abandonado en la miseria.

Si tan sólo pudiera ser algo más que pensamientos y palabras y dejar todo lo que impida llevar este mensaje y tus ojos se bendigan de sus vidas.


Por Alan Márquez Lobato

miércoles, 23 de marzo de 2011

Bendiciones

[¡Oh Señor, el rey se alegra en tu poder!
¡Cuánto se goza en tu salvación!
Le has concedido el deseo de su corazón,
y no le has negado la petición de sus labios.
Le has salido al encuentro con las mejores bendiciones;
corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.
Te pidió vida, y se la concediste;
vida extenza, eternamente y para siempre.
Gloria grande halla en tu liberación;
honra y esplendor has puesto sobre él.
Porque le has dado bendiciones para siempre,
y le has colmado con la alegría de tu rostro...]

Salmo 21