jueves, 6 de noviembre de 2008

Nada

Yo sabía de ti, le repitió, y nada es más triste que saber que nada puedo hacer. El momento se extinguió en algo que alguna vez tuvo en la memoria, en la indecisión y la ambigüedad de sus palabras, se arrinconó en ese mar de expresiones que jugaban inútilmente como esperando que ella reaccionara. No fue así, sus voz se hizo desesperada y la mirada furtiva que antes tenía se perdió, se perdió todo lo que quedaba de él, en ese laberinto absurdo que tanto le forzó a reventar sus pensamientos en voz. Nada le había herido tanto como el silencio que emanaba todo su espíritu, y nada le hizo perderse tanto como su mirada lejana y las cónicas palabras que profirió: "olvida todo"

Alan Márquez Lobato