martes, 1 de noviembre de 2005

Dieu n'existe pas

Demasiado oscura era la tarde cuando apenas faltaban tres noches para el día de muertos. Cuando llegué el altar comenzaba a prepararse y la foto del muchacho estaba ahí. Todavía hay un cierto desconcierto y una especie de fantasmagonía en el recuerdo.

El profesor lo dijo "..los que queremos morir no hemos muerto..." Entregó las palabras con el pensamiento, como una emoción fría, pero con total sinceridad. - Vanidad de vanidades, todo vanidad- citó. La juventud la anhela aún más, recordando y reflexionando al respecto. Todos debemos tener ilusiones, mencioné. Pero hasta nuestras ilusiones terminan, y buscamos nuevas... "Como un ratón con la zanahoria" repitió el profesor, concluyendo como "la mayor parte de la vida es sufrimiento". Muchas veces refirió que su idea no era pesimista y que de verdad había disfrutado la vida, sin embargo había aprendido que todo al fin era vanidad. Literalmente se ha despojado como un ermitaño de toda pertenencía - Curiosamente entiendo perfectamente ello; a menudo he querido hacer lo mismo, tener menos... tener menos de que preocuparse - Inmediatamente resentí las palabras de Sartre, aunado a la reflexión y vivencía a la que me llevó hace un par de años, sobre todo la imagen del Extranjero de Camus vino enseguida, pero aún más, la palabras tiritantes que el mismo profesor recordó de viva voz: "Dieu n'existe pas".

Y como si el mismo Dios alejará el vacío de nosotros, la gente entraba y salía hasta que el diálogo terminó en un "nos vemos mañana" Mañana.. no lo sé. Lo que sé es que el profesor tiene más espiritualidad que sus palabras, y cómo el mismo cree, aún todas nuestras palabras no dejan de ser...Vanidad de vanidades, todo vanidad.

Por Alan Márquez Lobato

miércoles, 26 de octubre de 2005

Camino

Camino sobre veredas con una marcha pausada, detenido por el tiempo; observando el recorrido del espacio. Veo la camisa de mi abuelo, la carta "Alan, ya me quiero ir" y recuerdo que no hice caso, y me lamento. Escucho la carta y observo la pintura: una persona recostada y una mujer leyéndole, la mano de esa mujer lo es todo. Cicatrices que definen un acontecimiento. Platicó con mi amigo muerto, me dice que no murió, que está bien y vuelve a olvidarme, prefiero mis pensamientos en el aire. Me da la espalda, le pido un abrazo y le digo que se cuide. En cuanto me llaman a la guerra, con honores, lo pienso. Lo tengo que hacer... es una orden. Acepto y cuando se va mi ascendente, huyo y despierto.

Por Alan Márquez Lobato

lunes, 17 de octubre de 2005

La Noche

La noche ha vuelto agitando el miedo. No sé cuantas cosas pueden ser peores. Se acerca el tiempo, triste, cruel, qué sentido esperamos encontrar. No hay palabras... ni sueños, sólo el vacío que ahora llena nuestro corazón. A todos nos pasará de una u otra forma, la tragedia nos persigue. Dónde está la risa y el sueño, el futuro que prometimos, las voces que tanto nos han llenado de alegría y sosiego. Cuál es el dolor más fuerte, qué tanto podemos soportar. Nuestros pensamientos huyen como diásporas sacudiendo nuestros temores, nuestra tristeza; mientras el grito va matando nuestra alma. Perdona nuestra flaqueza, perdona nuestro orgullo.

Por Alan Márquez Lobato

lunes, 3 de octubre de 2005

Realidad

Se muestran ciegos por donde van, caminando y desechando ideas conforme pasan las horas. Sin embargo y a pesar de los tantos días que siguen pasando, no encuentro aquella luz que me desprenda del oscuro vacío. Las horas se agitan entre lo quehaceres diarios, y el tiempo se derrama cuanta gota cae sin más ni más. Lo cierto es que todo vaga, y la soberbia exasperante daña aún más aquellos sueños; o acaso el tiempo no apremia aún la esperanza, en todo caso la voz que se extinguió sigue ahí tiritando. Claro, no falta nada más.

Por Alan Márquez Lobato