La noche ha vuelto agitando el miedo. No sé cuantas cosas pueden ser peores. Se acerca el tiempo, triste, cruel, qué sentido esperamos encontrar. No hay palabras... ni sueños, sólo el vacío que ahora llena nuestro corazón. A todos nos pasará de una u otra forma, la tragedia nos persigue. Dónde está la risa y el sueño, el futuro que prometimos, las voces que tanto nos han llenado de alegría y sosiego. Cuál es el dolor más fuerte, qué tanto podemos soportar. Nuestros pensamientos huyen como diásporas sacudiendo nuestros temores, nuestra tristeza; mientras el grito va matando nuestra alma. Perdona nuestra flaqueza, perdona nuestro orgullo.
Por Alan Márquez Lobato
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