A veces la luz respira con nosotros y suspira nuestros temores, a veces, lo dijo sin pensar, todo es perfecto, todo tiene sabor a buenaventura, a pureza. Tenía algo de razón, sin embargo se abstuvo de creerlo, como si protegiera un libro que no quisiera reescribir. Tuvo miedo de sus palabras, tuvo un cierto escalofrío mas no dejó que las pesadillas inundarán su voz, su gesto, se mantuvo cauto y de vez en cuando desdoblaba su mirada tratando de incorporar algo más que calma, se imagino como los huesos de su rostro lo delataban, como lo hacían ver como un hipócrita, disimuló por unos instantes que se sentía acosado por un sentimiento extraño, una sensación de pavor que no había sentido antes. Fue en ese momento que por fin se dio cuenta que había perdido todo control de su ser y que pronto todos le olvidarían.
A veces la luz se funde con nosotros, prosiguió con esa mirada de paz que tanto le envidiaba, y uno se da cuenta que todo es posible, que realmente necesitamos creer en nosotros - ahora todo le pareció absurdo y hasta patético, ahora él se sentía arrinconado por aquellas oraciones envueltas de misticismo, ahora era él quien se arrinconaba en los espacios de su mente, buscaba como un desesperado aquellos recuerdos que le refugiaran de aquel lirismo, todo fue en vano porque no hubo recuerdo alguno que sosegara aquel sentimiento de abandono.
Alan Márquez Lobato
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