Hoy es uno de esos días en el que el aire es denso y difusos los colores, en el que el tiempo se desfasa como un tibio reproche y toda ilusión decae por su propia naturaleza. Uno de esos tristes días delirantes y sin más agobio que su incertidumbre, de ironías y flaquezas, de hipocrecías y envidias, de mentiras y una triste necesidad de no extinguirse.
Días de soberbia y debilidad, del llanto sin razón ni porvenir, en el que la osadía de tener vida es más que vida. Los rostros se diluyen y los pensamientos desbaratan los arquetipos del presagio, atizando la magia que despertó el pasado, desterrado y aterido en aquel pensamiento ausente, como el vago pero triste recuerdo que dejará este día.
Alan Márquez Lobato
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