Se me apetece el silencio de tu voz, el recuerdo antiguo de las soledades abruptas que algunas vez oscurecieron los cielos. Vengo con el cansancio del tiempo y con la ingenuidad de la era perdida, busco los sollozos de mis palabras y poco es lo que se puede decir con las entrañas retorcidas, de alguna melancolía o de el trabajo arduo que se genera en mi corazón. Si supiera reír un momento, pero poco he aprendido de los sentidos que rodean los espejos del hombre o de las profundidades de algún pensamiento; busqué la razón del ser y no pude más que entretejerme en laberintos de simplicidades y conveniencias.
Los recuerdos se burlan de mí, la tristeza se abandona en mi pecho, el aire es irrespirable, el dolor consume mis sueños agonizantes. Dónde está mi vida... porque se ha perdido en la nada, por ese patetismo absurdo y hueco, hemos de sufrir nuestra sangre nuestro cuerpo. Sigue pasando el tiempo, sigo escuchando sus pasos sordos, tibios, deprimentes, mi alma se adormece moribunda, cansada de ser...triste.
Alan Márquez Lobato
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