[¡Actuar!
¡Mientras preso del delirio
no sé ya lo que digo
ni lo que hago!
Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!
¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?
(ríe)
¡Tú eres Payaso!
Ponte el disfraz y la cara enharina.
La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te birla a Colombina,
¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!
Muda en pantomimas la congoja y el llanto;
en una mueca los sollozos y el dolor.
¡Ah, ríe, Payaso, sobre tu amor despedazado!
¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!]
Vesti la giubba, Pagliacci - Leoncavallo
miércoles, 27 de septiembre de 2006
Silencio
Del silencio, del hambre, de algún recuerdo fino y oscuro, de la mancha de la memoria. En algún lugar se pasea por las noches sin que nadie le reconozca, ahí… tranquilo y sereno, susurrando algún pensamiento triste y espeso, mientras todo se oscurece aún más, tal como la memoria, borrando los últimos trazos de su apatía. Quién lo entiende y al fin de todo para qué, para erguir el silencio de los hombres quizás, sí, para dignificar la creación eterna, la última búsqueda del espíritu, sólo es una imagen, aplastada como en el olvido, perdiendo todo y nada, con un sinsentido armónico. Oye los pasos del cantor que anuncia la retirada de las almas, y se recuesta nuevamente.
Qué dulzura suaviza el titiriteo del llanto amargo, quién profana la tristeza de tal manera. Busca acaso algo en particular, algún presentimiento muerto o alguna ausencia firme que demuestre el paseo del tiempo, marchitando los más detallados recuerdos, alguna noche y por qué no, hasta el silencio.
Alan Márquez Lobato
viernes, 22 de septiembre de 2006
miércoles, 13 de septiembre de 2006
Pensamientos
Dónde quedan esos pensamientos perdidos y sin aroma, radicales templarios sin escrúpulos o acorazados protectores de Dios, en ese laberinto absurdo que se entreteje en los sueños del infame poeta.
El silencio se agota como la estela que va dejando la tibia mirada sin importar los pasadizos sombríos cubiertos de melancolía o de trágicos pensamientos de locura; no se deslucen los sentimientos, cansados de repetir los destellos que apuntaron al cielo con ánimo de gloria y la magia que suscita el encanto de la vida, de aquel espíritu que transforma la agonía en poemas.
Sí, la verdad resplandece sobre el pensamiento más puro, y su luz es más encantadora que el universo entero, sólo entonces la palabra cobra vida en el corazón del inocente.
Alan Márquez Lobato
miércoles, 6 de septiembre de 2006
Estrellas Danzarinas
[Yo os lo anuncio: es preciso llevar aún algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas.
Yo os lo anuncio: aún se agita algún caos en vuestro interior.]
Así hablaba Zaratustra. Nietzsche
martes, 5 de septiembre de 2006
Junio 8 de 2004
Se me apetece el silencio de tu voz, el recuerdo antiguo de las soledades abruptas que algunas vez oscurecieron los cielos. Vengo con el cansancio del tiempo y con la ingenuidad de la era perdida, busco los sollozos de mis palabras y poco es lo que se puede decir con las entrañas retorcidas, de alguna melancolía o de el trabajo arduo que se genera en mi corazón. Si supiera reír un momento, pero poco he aprendido de los sentidos que rodean los espejos del hombre o de las profundidades de algún pensamiento; busqué la razón del ser y no pude más que entretejerme en laberintos de simplicidades y conveniencias.
Los recuerdos se burlan de mí, la tristeza se abandona en mi pecho, el aire es irrespirable, el dolor consume mis sueños agonizantes. Dónde está mi vida... porque se ha perdido en la nada, por ese patetismo absurdo y hueco, hemos de sufrir nuestra sangre nuestro cuerpo. Sigue pasando el tiempo, sigo escuchando sus pasos sordos, tibios, deprimentes, mi alma se adormece moribunda, cansada de ser...triste.
Alan Márquez Lobato
En un tiempo
Se dice que en un tiempo, donde las olas estallan sobre el viento transformando el eco de las horas en un extraño adorno divino, más allá del cielo y de todo espacio, lloran los sueños vencidos por la ausencia, tendidos sobre los recuerdos, buscando en el infinito rincón... el mínimo indicio de esperanza.
Alan Márquez Lobato
viernes, 1 de septiembre de 2006
Maldito el hombre
[Maldito el hombre que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová]
Jeremías 17:5
Abismos
El alma incendiaria no produjo ningún estupor en el hombre, atrincherado se volvió a si mismo para contemplar lo que en un momento de luto habría llamado la ausencia eterna. Desquebrajado y sin ánimo de seguir soñando saltó a aquel abismo desconocido incluso para la oscuridad. En ese instante el aire transformó su mirada en una mágica y aprisionante estela de recuerdos sin nombre, pudo ver blancos soles envueltos de una luz calcinante que estremecía cada parte de su cuerpo y que por impulso del agobio, sentía como si fuese devorado por la aurora del tiempo, perdido en algún espacio desconocido, en un espacio del caos. Su alma pronto se transformó en una espora del universo, consumiéndose una y otra vez.
Alan Márquez Lobato
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