Tienes este recuento de momentos y espacios que ahora te son ajenos, y el recuerdo latente de una imagen cubierta de melancolía. Se cierra ese mundo como una capsula mecánica de engranajes siniestros, de una composición abstracta que pudre la mirada, huyendo como una explosión de ese infinito creado por los sueños. Todo termina, todo tiene un fin. Un fin que compromete ese estado basado en la nostalgia y en las peticiones absurdas que hacemos cuando los sueños no son ajenos. Y este devenir es absoluto, innegablemente absoluto, corrupto como las entrañas de la desesperanza, enfermo y absurdo, desgraciadamente absurdo.. La esferas del tiempo siguen girando, siguen partiendo el mundo con sus cánticos vacíos, con su figura ausente, con tu voz ausente.
Por Alan Márquez Lobato
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