Palpita la idea sin dejar sombra ni indicio alguno de culpa,
tal vez sea este tonto sueño
o alguna forma de decir que todo ha terminado,
no hay más que decir, ni pensar.
La luz se divierte a mis espaldas y el silencio entona como
desquebrajado ese himno que nada tiene que ver con la música.
Mejor olvidarse, mejor reconciliarse con el sueño y perderse en la desventura
de las plasticidades eternas que van rompiendo nuestra realidad.
Alan Márquez Lobato
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