miércoles, 7 de junio de 2006

Soledad

Se suspendió en el espacio como si el viento fuera el mar, envuelto nuevamente por aquello de lo que se reprendía de niño, y ahora una vez más en aquella llamarada cuantiosa que daba giros con espectacular vehemencia, arrebatando sueños de lucidez extrema, ahí, acorralado entre aquel espacio infinito y soportando su presencia, observó el reflejo de la nada. Acosado por la envestidura de la tragedia daba gritos de desolación, acusado por la tristeza y cayendo en ese profundo abismo existencial donde las respuestas no sirven de nada. Luego abusando de la gravedad, la llamarada se consumio en él ahogando toda esperanza, dejando que la ausencia de voluntad hiciera lo suyo...luego vino el vacío, y por último, como una absurda contradicción, la soledad.

Por Alan Márquez Lobato

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