Hay algo en este sentimiento que aprisiona el corazón, lo va asfixiando con tintes de melancolía y una extraña sensación de felicidad, mientras circundan los anhelos del infame soñador. Utopías envueltas en lúgubres pensamientos, en una espera eterna y delirante. Sólo queda el absoluto efímero, que ni siquiera el recuerdo logra rescatar. Es hermoso y triste, como la vida del hombre, como la vida del amor.
Por Alan Márquez Lobato
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