Suele pasar, como los ríos que recorren el alma del noble. También el tiempo es mío, como el recuerdo de la soledad, como aquellos sueños que aún viven independientes de mis resignación. Aún lloro cuando todo vuelve a caer, sabiendo mi falta de control o de poder sobres mis plegarias, recuerdo el sueño de la riqueza, luego el del éxito, luego el de la sabiduría, ahora sólo sueño con la felicidad, qué importa todo sino se es feliz, qué importa mi juicio sino es más que esto, sino rompe el espacio ni el tiempo.
Han caído las hojas de mi redención, se oye el suspiro de la desventura mientras trato de cosechar nuevas formas de vivir que corrijan mi pasado, que me den un futuro. No hace mucho era tan incierto como una estrella, ahora si lo pienso un poco más, son sólo sueños y como tales se persiguen, mi futuro se persigue y se aleja tanto como el tiempo me extermina y todo parece desvanecerse de nuevo. Pero ahí esta la idea...la solemne idea, la idea del hombre.
Por Alan Márquez Lobato
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