Nos vemos rendidos, agobiados por la inquietud del corazón que se aflige por la enemistad que existe entre el espacio y tiempo. La luz inicia su despedida y como si acariciara el horizonte va perdiéndose consumida por su belleza, y nos va dejando nuevamente abandonados de los espejismos que tanta ilusión nos hacen, como azorados por el espíritu propio, arrinconados y despojados con nuestra soledad, barriendo la vida que se culpa, que se encierra en la ambigüedad de los pensamientos, de los terribles y tibios pensamientos, se va despojando de las hojas que aún quedan marchitas, desprovistas de aroma, de amor.
Rendidos desprovistos de amor, nos culpamos, y nuestra voz vuela con el viento despojando lo que queda de nuestra soledad.
Alan Márquez Lobato
No hay comentarios.:
Publicar un comentario