[- La misión era tomar la colina. Eramos cuatro, cinco con Vicente; pero había perdido una mano al estallar una granada y no podía luchar como lo hacía cuando lo conocí. Y era joven, y valiente, y la colina estaba encharcada de tanta lluvia, y el camino descendía, y había muchos soldados alemanes, y se trataba de apuntar al grupo y con puntería certera retrasarles.
-¿Tenía miedo?
- ¿De qué?
- De que lo matarán.
- No escribirá bien si tiene miedo a morir. ¿Lo tiene?
- Sí lo tengo. Yo diría que es quizá mi mayor miedo realmente.
- Es algo que les ha pasado a todos los hombres, y es algo que a todos les pasará.
- Lo sé pero...
- ¿Ha hecho el amor con una auténtica gran mujer?
- La verdad es que mi novia es bastante sexy...
-¿Y cuando hace el amor con ella siente una pasión maravillosa y verdadera, y al menos en ese momento, pierde el miedo a la muerte?
- No, no suele ocurrirme.
- Creo que el amor real y verdadero crea una tregua con la muerte. La cobardía viene de no amar, o no amar bien, que es lo mismo. Y cuando el hombre valiente y veraz, mira cara a cara a la muerte, como cazadores de rinocerontes que conozco, o Belmonte, que es valiente de verdad. Como aman con suficiente pasión apartan a la muerte de su mente, hasta que vuelve, como hace con todos los hombres, y es hora de volver a hacer el amor de verdad.]
Ernest Hemingway & Gil Pender. Midnight in Paris. 2011